Madrid,18/01/012
Amigo Antonio, he leído otra vez tu artículo sobre los motes, publicado hoy en la Región. Me ha gustado mucho: lenguaje, cuidado; estilo, fluido..., y todo lo demás que soléis decir los críticos; sin embargo, me atrevería a comentarte que el tema, aparentemente banal, de los motes da Ribeira Sacra, con tu pluma, que ha subrayado innumerables libros de autor a lo largo de muchos años de docencia universitaria y ha articulado otros muchos de propia factura, gana rango en una dimensión global de la Historia, al analizar el porqué de los motes y la enumeración del variado colorido de los mismos, cuyas reflexiones podrían servir de apuntes para un ensayo de sociología da Terra de Caldelas: "A chicha dos alcumes da Ribeira Sacra". O domingo, ás 6 antes do comezo do teatro, seguiremos no choio. Unha aperta, Eduardo de Viana.
Madrid, 20/01/012
Graciñas, Eduardo (así se llamaba mi padre y se llama mi hermano) “polas túas letras sobre as miñas bagatelas periodísticas”.
Con mis motes, y los que me pasaste tú, te da pie para sacar un cuento de cada uno, porque detrás de cada uno hay una historia interesante. Yo conocí al "Barrabás" y al "Tres", ambos de Castro, la aldea antes de llegar a Santa Cristina. El perro que tiene Pilar, en el bar de Parada, negro, de nombre Troco, mi gran amigo, era de "O Tres". Estuvo en Francia o Suiza; perdió un ojo, volvió a la aldea, bebía y fumaba, etcétera. Hablé mucho con él. “A mirada inocente do can recórdame O Tres. Morreu sendo o Troco un cachorro. As veces, camiño co can a Castro y vai desesperado de diante, talvez na procura da súa Ithaca perdida, que foi "O Tres". El resto de la historia te la dejo para ti. Apertas.