luns, 4 de outubro de 2010

El otoño en la Ribeira Sacra por Antonio Carreño


En la Ribeira Sacra ya estamos en pleno otoño, el conocido estío en las referencias de nuestros clásicos, en los aledaños del camino de Santiago, continuamente transitado ya cunde la neblina en las mañanas musgosas. El aire adquiere una prístina densidad, y un vibrante airecillo, a veces tenue, aturde las hojas más livianas que, en breves giros, caen pausadamente. Los tupidos erizos de los castaños prometen una rica cosecha por estos agros que yo camino, en esta mi aldea, a la caída de la tarde. La uva mencía, por las pendientes de Sacardebois y Cristosende, aún con un suave tono morado, incrementa día a día aroma y azúcar, y ya ennegrecida, pasados los meses, será alivio, consuelo y jolgorio, con las delicias de un vino marcado por su origen sacro y ribereño. A un tiro de piedra, al otro lado del Cañón del Sil, la robusta iglesia de Cadeiras, cuya música festiva deja una cadencia en eco por las oquedades del Cañón. Se conmueven las piedras. Y el gavilán, espantado, se aleja revoloteando, río abajo, hacia los apacibles sotos que bordean el vetusto cenobio de Santa Cristiana. Con razón: Ribeira Sacra. Antonio Carreño, La Región.

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