domingo, 18 de novembro de 2012

Los ojos otoñales de la palabra



Antonio Carreño
Por Antonio Carreño, La Región
Memorias de memorias, paisajes que son recuerdos y olvidos, que son nuevamente recreados, línea a línea, sobre la página en blanco; trazos de añoranzas, lejanas y a la vez cercanas; un río, y un monte, un viñedo, y una campana repiqueteando desde el profundo silencio de la mañana; una mortecina anciana, cubierta de negro, camino de la iglesia, y un adusto labriego, entrelazando entre sus dedos un pitillo a medio hacer; o una joven vericueto abajo en busca de las berzas para el caldo del mediodía, y cuesta arriba portando sobre su cabeza la ola de amarillenta cerámica, llena de agua sosegada. O los cientos de esquilas tintineando camino de la yerba fresca, otoñal, o el paisano, arriero, mulatero, barquillero, indiano, serrador, que trae y lleva historias de su vida en continuo trasiego, cargadas de vivencias doloridas y silenciadas, jocosas y picarescas. Lejanas labores de aldea, ya perdidas, que quedan fijadas en los magistrales relatos de Eduardo Prieto Casares. Cuentos de cuentos, microrrelatos, estampas rurales, radiografías de memorias y paisajes, anécdotas sutiles, magia y mito, leyenda e historia, poesía y experiencia vivida. Realidad y ensoñación.

Y un espacio (la Ribeira Sacra) cuya paisaje, señero, quebrado, arisco, monacal, aturde la imaginación y da voz a un sentimiento aterido ante una lejana niñez, recobrada como memoria; arquitectura poética de espacios y tiempos ya idos, de la vida cotidiana rural, recónditos interiores humanos, de espacios mínimos: el barreño con la leche mazada, la colorada manteca, el fogón ennegrecido, el pan y la empanada recién horneada, las papas de maíz con le leche apenas ordeñada, o con leite mazado, las castañas cocidas o asadas, aun calientes, engullidas y acompañadas con sangrienta morcilla; el jolgorio de familiares y amigos, que llegan y ayudan; que beben y cantan; que maldicen y comen hasta el hastío o el cansancio. 
 
Y los cuentos contados por un vecino o por un tonto travieso que nada o mucho significan: la moza en cinta, el clérigo enamoradizo, los amores detrás del heno seco, recién amontonado, el pulpo en la feria, la joven alocada por rotos amoríos, perdida por el monte, o el siniestro asesinato por deslealtad y amor frustrado. O por avaricia, o por unos pleitos nunca ajustados, o por unas aguas que se desvían ilícitamente, o por unas lindes que se alteran a capricho, o por la presencia del furtivo que se hace con lo ajeno. Y el ronco sonar de las campanas a difuntos. Porque en este paisaje arcádico de la Ribeira Sacra, deslumbrante, mágico, mítico, monacal, también se asienta el viejo tópico Et in Arcadia, Ego. 
 
Da que pensar. Monólogos con uno mismo, diálogos quebrados, filosofía llana de la vida, hacer que se hace sin hacer nada, andar imaginativamente y escribir para que lo acontecido o imaginado se fije como historia. Y ya sea historia. Y nunca olvido. Documentos literarios (los cuentos de Eduardo Prieto Casares) que son a la vez testamentos de vivencias ya transidas de eternidad. Se ubican y se forman en un lugar llamado Ribeira Sacra donde la escritura ya es memoria de inusitadas cartografías de espacios a modos de iconos y emblemas, reales, culturales y simbólicos: capillas, monasterios, cruceros, ánimas del purgatorio, novenarios, voces monacales, religiosidad y atavismo, pozo del lobo, montaña y ribera, touzas y lameiros, monólogos de viejos, canto del cuco, neblina otoñal, primavera festiva. 
 
Y dos grandes ejes que mueven el discurso tradicional de la cultura de Occidente: oralidad y escritura, lo oído ya escrito. Se narra sin decir lo suficiente, afirmaba el maestro ruso Anton Chéjov. Y sorprende la presencia de lo extraño o inquietante, lo siniestro (Freud): breves arquitecturas humanas del sentimiento y del desamor. Arte de lo particular, de la descripción minimalista: una telaraña, el interior de la vivienda, la poda y la cava de la viña, el castaño centenario, el silbato del capador. Acallada sinfonía que agrupa en sus variados ritmos lejanas vivencias del niño que lejos recorre de nuevo los espacios de la niñez y da luz, ya desde la sombra borrosa de lo vivido y lo imaginado, a un andar imaginado, visual, memorístico, emblemático y textual: un espacio rural y humano lleno de magia y de encanto memorial llamado Ribeira Sacra.
(Parada de Sil)

mércores, 7 de novembro de 2012

Francisco Magide, alcalde de Parada de Sil



Co repouso que deixa o devir dos días, coido que estamos na altura de poder analizar serenamente os resultados das últimas eleccións autonómicas, nas que o voto da oposición socialista sufriu un gran revés no eido galego, agás en contadas demarcacións.

Se miramos cunha lupa o mapa de Breogán estampado de azul, chispea vermello o lugar do curso do río Sil na altura que se encaixa nun canón: na banda dereita, o Santuario de Cadeiras; á esquerda, os Balcóns dos Mouros, en Parada de Sil, o segundo concello con máis votos relativos do PSdeG, 54,98 %,  un 29,15% para o PP, xa que logo pintan bastos para Feijoo nesta terra de pataos (socalcos) da viticultura heroica, rica en valores paisaxísticos e cun patrimonio histórico-artístico e mais etnográfico, incrible aos ollos dos que nos visitan.

Abofé que o patrimonio do concello, físico e mais o inmaterial, vai gañando valor engadido coas iniciativas da actual corporación que preside don Francisco Magide: home curtido nunha longa andaina no sindicalismo, no eido da educación, con dúas eleccións gañadas por maioría absoluta no seu haber, disque vai deixar unha pegada inesquecible neste concello. Certo.

O alcalde, Paco para os veciños, unha persoa afable e sagaz, firme de principios, Bizarro por parte de mai, é un home que sabe coma ninguén sintonizar co sentir da súa xente, con empatía para escoitar e debater as propostas xurdidas nas xuntas de portas abertas do concello: “A proximidade coa xente na ágora, o debate aberto cos cidadáns é a orixe da política e da democracia –escoiteille dicir nunha entrevista radiofónica. 

Como resultas dos proxectos consolidados en realidades, malia á seca nos orzamentos pola crise, podemos citar no haber da actual corporación municipal, en colaboración coa oposición: A escavación arqueolóxica da necrópole medieval de San Vitor; A transformación da vella fábrica da luz nun albergue; A longa pasarela de madeira que serpe ao carón do río Mao, un recuncho máxico da Ribeira Sacra. 

Hai que subliñar tamén a promoción de actividades lúdicas, deportivas e culturais levadas a cabo polo concello, coma as homenaxes aos veciños destacados no día das letra galegas; sen esquecer, no eido da educación, a nova guía didáctica que o concello ofrece, axeitada aos tres niveis de educación obrigatoria –Infantil, Primaria e mais Secundaria– que xurdiu co gallos  de que os escolares puidesen gozar dunha visita guiada a Parada de Sil, e traballaren os estudantes contidos e competencias globalizadas: un día de lecer no corazón da Ribeira Sacra que, de seguro, lembrarán con agrado a medida que vaian medrando.